Memoria
Se trata de un pequeño parque público cercano al mar, en el pueblo del Pajar. El entorno en que se sitúa reúne en pocos metros una muestra, pequeña pero potente, de toda la actividad insular: agricultura, pesca, industria, viviendas y turismo. Como si alguien hubiera querido reunir allí una reproducción en miniatura de todo lo que aquí hay. El parque ocupa el centro de este entorno heterogéneo deseando ser sobre todo un espacio de descanso y frescor entre tanto ajetreo.
La topografía del parque asciende levemente hacia el mar en bandas irregulares y paralelas en las que se alterna vegetación, estancia y paseos. Carece de pavimentos continuos, dejando que la tierra respire en todo momento y la hierba crezca entre las amplias juntas dejadas. La hierba, y también las luces (luminaria es una palabra demasiado grande para expresar el efecto deseado), que también se sitúan entre las traviesas.
El único contrapunto al sosiego deseado para ese espacio es la vibración visual de la secuencia y direccionalidad de las traviesas, que produce cierto dinamismo y alteración cinética que contrasta con la tranquilidad y el silencio del resto.
La secuencia de bandas irregulares ordena también la vegetación, que dentro de su heterogeneidad sintrópica, va haciéndose más alta a medida que se acerca al mar. No hace aun dos años de plantado, y ya hay algo de la mucha sombra deseada. Un parque tarda mucho tiempo en ser como se imaginó, pero lleva camino de alcanzar pronto ese estado gracias al clima y al agua subterránea que discurre bajo el barranco de Arguineguín.
Ubicación