Memoria
Después de un proceso previo de selección entre varios equipos de arquitectos, fuimos seleccionados para desarrollar este proyecto residencial que suponía un gran reto, ya que se reactivaba la construcción en un periodo de incertidumbre económica después de una crisis tremenda que paralizó el mercado inmobiliario en Canarias. Este hecho obligaba a esforzarse al máximo para marcar una estrategia, lo más certera posible, de optimización y aprovechamiento máximo de la parcela con el fin de reducir el riesgo al que se iba a enfrentar la Promotora inmobiliaria FSM.
Desde nuestro punto de vista, se consiguió una relación totalmente equilibrada, óptima y coherente entre el precio de cada vivienda (directamente relacionado con los costes de construcción) y la calidad ofrecida por el Promotor, como resultado; gran aceptación por parte de los usuarios y satisfacción por parte del Promotor. Equilibrio muy difícil de conseguir en las promociones residenciales realizadas con capital privado.
Para llegar a este equilibrio comercial, nos encontramos con varias dificultades; una parcela con pendientes pronunciadas y diferentes en cada calle, una normativa que obligaba a escalonar el edificio en múltiples bloques, dificultando la resolución de la estructura, la composición de la fachada, la volumetría general del edificio, los niveles y las comunicaciones interiores etc.
Para contrarrestar tal dificultad y fragmentación, e intentar resolver la edificación con cierto lenguaje de continuidad entre todas sus fachadas y volúmenes, se plantearon varios planos o capas. La última, formada por los elementos suspendidos de aluminio y plaquetas de cerámica de colores intensos, crean un código visual que permite entender la composición de la fachada de manera continua, relacionando los alzados de cada calle entre sí, priorizando el reconocimiento o lectura en horizontal de estos elementos frente a la obligada fragmentación volumétrica de la edificación al adaptarse a las rasantes de las calles.
De este modo, la última capa sobrepuesta “cose” la fragmentación real del edificio, un recurso arquitectónico para solucionar los condicionantes propios de la normativa y la topografía del lugar.
Además, también fue necesario conseguir el mayor número de viviendas posibles cumpliendo con unos porcentajes establecidos para viviendas de 1,2 y 3 dormitorios para poder hacer rentable la promoción. Por ello tuvimos que recurrir a tipos de viviendas alargados y con muy poca ocupación en fachada. Con estas premisas nos esforzamos en intentar dotar a cada vivienda de las mayores cualidades espaciales, para ello rompimos con el esquema tradicional de distribución, separamos el dormitorio principal del resto de dormitorios, siendo conscientes de que los modos de habitar habían cambiado y que lo que se planteaba como dormitorio podría llegar a ser usado como despacho, vestidor u ocupado por personas que no necesariamente tuvieran vínculo familiar entre sí. Este cambio nos permitió plantear el dormitorio principal directamente dando hacia la fachada, y mediante una pequeña terraza, acercar el estar hacia la zona central de la vivienda, relacionándolo también con la cocina mediante una gran puerta corredera, permitiendo ampliar el estar-comedor, aumentando considerablemente la espacialidad interior de la vivienda y diluyendo el umbral entre las estancias. Así se logró que el estar fuera el centro físico y el generador de relaciones en el día a día de los usuarios. A la vez, la terraza proporciona un nuevo filtro entre las visiones entre colindantes, tanto frontales como desde la vía pública, dado que las ventanas en esquina permiten la visión en escorzo.
Estas terrazas también juegan un papel importante en la composición de la fachada, aportando también movimiento y diversidad, tanto mediante el código de color, veces relacionándolas con el gris oscuro de la planta baja (a modo de zócalo) o con el blanco del resto de los volúmenes de las plantas superiores, o también por el plano al que llegan los pretiles formados por paneles de GRC perforados, que unas veces sobrepasan los perfiles de la estructura metálica que separa las terrazas de diferentes viviendas y otras se quedan por detrás de estos. Todo ello aporta un juego que evita la homogeneidad partiendo de un esquema sencillo y similar.
El conjunto de todas estas decisiones proyectuales vinculadas a la envolvente del edificio, junto con la apuesta por la energía fotovoltaica y aerotérmica, permitieron que el edifico lograse la máxima calificación energética.
El entorno edificado, variado y heterogéneo permitía proponer este edificio colorido, de libre composición, y de algún modo alegre y desprejuiciado para afrontar el nuevo reto que se propuso la Promotora FSM tras el gran parón producido por la crisis financiera.
Ubicación